En "Los hombres no son islas", Nuccio Ordine se inspira en la célebre meditación de John Donne para explorar profundamente la relevancia perdurable de los clásicos en la literatura universal. Este ensayo, publicado por Acantilado, se erige como una continuación de su defensa apasionada hacia obras que, aunque no generen beneficio material, enriquecen el espíritu y fomentan una sociedad más empática y unida.
Ordine argumenta que las citas literarias no solo capturan la esencia de grandes obras, sino que también tienen el poder de despertar la curiosidad y motivar a los lectores a explorar textos completos, descubriendo así las riquezas de la literatura clásica. A través de una selección cuidadosa de pasajes literarios, el autor demuestra cómo los clásicos continúan siendo fundamentales para entender y abordar los desafíos contemporáneos como el individualismo exacerbado, las desigualdades sociales y económicas, y los prejuicios como el racismo y la xenofobia.
Ordine nos invita a ver la literatura como una herramienta vital para cultivar la compasión y el entendimiento mutuo, promoviendo la idea de que "vivir para los demás" no solo es una nobleza, sino una necesidad urgente en nuestros tiempos. Este libro no solo reivindica el valor intrínseco de los clásicos, sino que también nos desafía a reevaluar nuestros valores y la manera en que interactuamos con los "otros" en nuestra sociedad.
Como en sus obras anteriores, "La utilidad de lo inútil" y "Clásicos para la vida", "Los hombres no son islas" se presenta como un himno a la literatura y un llamado a no despreciar aquello que enriquece el alma por encima de lo material. Este ensayo es, en última instancia, un manifiesto sobre el poder transformador de la lectura en la construcción de un mundo más justo y comprensivo.