"Los parentescos", obra póstuma e inacabada de Carmen Martín Gaite, nos introduce en el complejo mundo de Baltasar, apodado Baltita, un niño cuya travesía a través de diversas etapas de su vida forma el núcleo de esta novela. En el escenario de una casa familiar compartida con su madre, sus tres medio hermanos, un padre esporádicamente presente, y Fuencisla, la criada que anhela su propia vida, Baltita se enfrenta al desafío de hallar su lugar en un entorno marcado por figuras y relaciones en constante evolución.
El silencio define los primeros años de Baltasar, eligiendo no hablar hasta los cuatro años. Sin embargo, un giro crucial ocurre cuando asiste a una función de títeres que revela el poder y la importancia de la ficción, motivándolo a romper su silencio y comenzar a observar y cuestionar los cambios y las dinámicas familiares que lo rodean. A medida que crece, Baltita se convierte en testigo y partícipe de los "parentescos" que se tejen en su entorno, explorando los lazos que se forman más allá de la consanguinidad, influenciados por las circunstancias y las elecciones personales.
Compuesta por veintiún capítulos, esta novela se erige como una profunda indagación sobre el origen del carácter y los parentescos, entendidos no solo como lazos de sangre sino como las complejas redes de relaciones que definimos y que nos definen. A través de los ojos de Baltasar, Martín Gaite esboza una reflexión sobre cómo las personas se conectan entre sí en una sociedad en constante cambio.
Aunque inconclusa, "Los parentescos" destaca por la maestría narrativa de Martín Gaite, ofreciendo lo que muchos consideran algunas de las mejores páginas sobre la evolución de las relaciones sociales y familiares en la literatura contemporánea. Este último fragmento de su obra invita a los lectores a participar del misterio de lo inacabado, una característica que, como sugiere el prólogo de José Teruel, añade un valor especial al libro, reflejando el propio misterio del mundo y de la existencia humana.
