"Los sabores perdidos" de Raquel Martos es una novela que entrelaza las emociones humanas con la gastronomía, llevando al lector en un viaje sensorial a través de recetas que son mucho más que meros platos. La historia se despliega en el marco de un Curso de Cocina Emocional que se lleva a cabo en una idílica casa de campo, donde siete desconocidos con historias únicas se reúnen con el objetivo de reconectar con sus emociones perdidas a través del arte culinario.
La autora introduce personajes de diversas edades y trasfondos, cada uno cargando con sus propios recuerdos y heridas emocionales. Desde una tarta de cumpleaños que nunca será compartida con un ser querido que ha partido, hasta un guiso que evoca los sabores puros de la infancia, los platos preparados durante el curso sirven como catalizadores para desenterrar momentos significativos de sus vidas. A través de estas experiencias culinarias, cada alumno comienza a descubrir y enfrentar lo que realmente ha marcado sus existencias.
La enigmática chef y profesora del curso, Gabriela Tassile, no solo comparte sus recetas sino también las historias personales que hay detrás de cada una de ellas, añadiendo una capa más de profundidad a la trama. Las recetas incluidas en la novela no son solo instrucciones para cocinar, sino también para sanar, ofreciendo a los lectores un elemento interactivo que les permite experimentar físicamente los temas tratados en la historia.
La narrativa de Martos es rica y emotiva, explorando temas como la pérdida, el amor, la redención y el poder curativo de la comida. "Los sabores perdidos" es más que una novela sobre cocina; es un relato sobre cómo los alimentos pueden ser un puente hacia nuestros recuerdos más íntimos y un medio para procesar nuestras emociones más profundas. Al final, los lectores se encontrarán reflexionando sobre sus propios "sabores perdidos" y la manera en que ciertos olores y gustos están intrínsecamente ligados a sus historias personales.
A pesar de las críticas que apuntan a una narrativa a veces infantil y diálogos poco convincentes, la esencia de la novela permanece; un testimonio del poder evocador y sanador de la cocina. Raquel Martos, a través de esta obra, no solo nos cuenta historias, sino que nos invita a encontrar las nuestras propias en cada bocado de nostalgia.