En "Los vivos y los muertos", Joan Maragall nos sumerge en una exploración profunda y conmovedora sobre el significado de la vida y la muerte, enmarcado en la reflexión que Abraham Lincoln ofreció en su discurso de Gettysburg. Este libro, escrito en un periodo crucial de la vida del autor, entre finales de 1909 y principios de 1910, refleja un momento de madurez espiritual y literaria en la obra de Maragall, destacando su alejamiento de las convenciones sociales y religiosas de su tiempo.
La obra se articula en torno a dos piezas claves: "El Cant espiritual" y "La Iglesia cremada", que no solo son fundamentales para entender el cristianismo maduro del autor, sino que también ofrecen una nueva perspectiva sobre la crisis espiritual que enfrentaba. En "La Iglesia cremada", Maragall no dialoga solamente con los políticos y la política del momento, sino que reflexiona sobre la Santa Misa, en una meditación que se balancea al filo de lo místico. Por otro lado, "El Cant espiritual" se presenta como un reflejo de un debate espiritual interno, donde Maragall se confronta con la figura de Goethe y su "Fausto", explorando temas de tentación, redención y el propósito de la existencia.
La crisis espiritual de Maragall, descrita magistralmente en las páginas de este libro, lo lleva a cuestionar las certezas sociales y las ortodoxias religiosas de su tiempo. Este debate interior no solo redefine su visión del mundo, sino que también impulsa a Maragall a adoptar una postura más crítica y personal en su escritura, alejándose de la catequesis y la obediencia que caracterizaban a muchos de sus contemporáneos. La obra de Maragall es un testimonio de su lucha por encontrar un significado más profundo en la vida, no solo para sí mismo sino como un legado para las futuras generaciones.
"Los vivos y los muertos" de Joan Maragall es una invitación a reflexionar sobre cómo vivimos y cómo recordamos a aquellos que han pasado, y sobre cómo podemos, a través de nuestras acciones y palabras, asegurarnos de que ni nosotros ni ellos hayamos vivido en vano. La obra se convierte así en un espejo a través del cual podemos contemplar nuestras propias vidas y encontrar una resonancia con las luchas y revelaciones de Maragall. Es un libro esencial para entender no solo al hombre y al escritor, sino también el contexto cultural y espiritual de una Barcelona que se debatía entre la tradición y la modernidad a inicios del siglo XX.