En "Ni víctimas ni verdugos", Albert Camus compila una serie de reflexiones profundas y provocadoras originalmente publicadas en el periódico Combat, donde explora la ética de la violencia y la responsabilidad moral en un mundo posguerra. Este libro, escrito en el contexto de la devastación global y el temor nuclear que marcó el siglo XX, representa una crítica al ciclo perpetuo de violencia y represalia, argumentando a favor de un rechazo consciente a la participación en la destrucción mutua.
Camus, con su característica lucidez y compromiso con la justicia humana, desmonta la noción de que la violencia es una necesidad inevitable. A través de ejemplos históricos y contemporáneos, como el del verdugo de París durante las huelgas de 1947, ilustra cómo las instituciones y los individuos a menudo justifican actos atroces bajo la fachada de la honorabilidad y el deber. Este verdugo, que pide reconocimientos administrativos y premios por sus ejecuciones, es usado por Camus para enfatizar cómo la sociedad puede normalizar y administrar el horror, transformando incluso los actos más barbáricos en procedimientos burocráticos aceptados.
Camus no solo critica, sino que también ofrece una alternativa, insistiendo en que es posible optar por no ser ni víctimas ni verdugos. Propone un pacifismo activo, una elección consciente de no participar en la violencia, a pesar de la presión y el miedo que puedan imperar. Este enfoque requiere una moralidad individual robusta, una voluntad de resistir tanto la agresión directa como la complicidad pasiva en los actos de violencia. En este sentido, el libro es un llamado a la acción moral, alentando a los individuos a tomar decisiones que respeten la dignidad humana y promuevan la paz.
"Ni víctimas ni verdugos" es un testimonio del pensamiento de Camus sobre la capacidad humana para resistir la desesperación y actuar con integridad en tiempos de crisis. Publicado en un período de gran tensión política y miedo nuclear, este trabajo no solo es un documento histórico, sino también una guía pertinente para enfrentar los dilemas éticos de nuestro propio tiempo. Al rechazar tanto la victimización como la perpetración de violencia, Camus nos invita a buscar un camino que trascienda el miedo y aspire a una justicia verdadera y duradera.