En un pequeño pueblo de apenas 1200 habitantes, donde los cotilleos y las enemistades perduran con el paso de las generaciones, se desencadena un acto de violencia abrupto y desgarrador, similar a los tiroteos de Columbine en EE. UU. o Puerto Hurraco en España. "No moriré cazado", adaptación gráfica de Alfred basada en la novela de Guillaume Guéraud, nos sumerge en este microcosmos rural a través de una narrativa visual tensa y cautivadora.
La historia comienza con un hallazgo perturbador: cartuchos de carabina esparcidos en una habitación y un hombre con el tobillo roto en el jardín, señales premonitorias de una tragedia inminente. A lo largo de las 120 páginas, Alfred utiliza un enfoque visual sobrio y sugerente, optando por insinuar la violencia más que exhibirla explícitamente, lo que acentúa el impacto emocional de la narración y mantiene al lector en un estado de tensión constante.
Alfred explora las múltiples facetas de la violencia, desde las más crudas hasta las más sutiles, que se manifiestan en un ambiente donde los viejos rencores y secretos oscuros salen a la luz bajo la presión de los acontecimientos. La adaptación no solo busca entretener, sino también provocar una reflexión profunda sobre las causas y consecuencias de la violencia en comunidades aparentemente tranquilas. Según palabras del propio artista, la obra original fue una "bofetada" que le dejó una profunda huella emocional, una intensidad que ha buscado transmitir en su interpretación gráfica.
Publicada por Astiberri Ediciones en su colección Sillón Orejero y encuadernada en cartoné, esta novela gráfica es una obra impactante que desafía al lector a mirar más allá de la superficie de los titulares de sucesos violentos y considerar las complejidades humanas que se ocultan detrás de ellos. "No moriré cazado" es, en definitiva, un estudio perturbador pero necesario sobre cómo la violencia se infiltra y rompe la cohesión social en un lugar donde todos se conocen y nadie es anónimo.