En el provocador Libro V de "La República" de Platón, se abordan cuestiones controvertidas que desafían las normas sociales y éticas de cualquier época. Este segmento de la obra es especialmente notable por su discusión sobre la eugenesia y el comunismo, aspectos que Platón incorpora en su visión de una ciudad ideal, pero que paradójicamente lo pintan con tintes de un líder autoritario y despiadado.
La discusión se inicia cuando Sócrates es interrumpido por Adimanto, quien, instigado por Polemarco, le solicita aclarar ciertos puntos oscuros sobre la estructura social de su utopía, especialmente en lo referente a la propiedad común de mujeres y niños entre los guardianes, la regulación de la procreación y la educación. A pesar de las reticencias de Sócrates, que teme errar en temas tan delicados y causar más daño que un asesinato, Glaucón lo persuade para que continúe la exposición con confianza.
Una de las cuestiones más revolucionarias que Sócrates plantea es el papel de las mujeres en el Estado. Argumenta que, al igual que en las razas de perros guardianes, no hay diferencia entre machos y hembras en cuanto a sus capacidades para vigilar y cazar, lo mismo debería aplicarse a los humanos. Esto lleva a la propuesta de que hombres y mujeres reciban la misma educación y realicen las mismas tareas, incluyendo el entrenamiento físico, aunque esto implique romper con las convenciones sociales existentes sobre la decencia y el decoro.
El diálogo se sumerge luego en una discusión más profunda sobre si hombres y mujeres pueden desempeñar las mismas funciones. Sócrates desmonta el argumento de la diferencia natural recurriendo a una reducción al absurdo, comparando a calvos y peludos, y sostiene que lo esencial es si el alma tiene las capacidades requeridas para una función determinada, no el género del cuerpo que la posee. Concluye que, salvo en tareas específicas donde la mujer es superada por el hombre, ambos géneros son igualmente aptos para las tareas de guardianes, aunque se asignarán a las mujeres las labores menos arduas.
Finalmente, Sócrates aborda la práctica controversial de la procreación entre los guardianes. Propone un sistema donde solo los mejores puedan reproducirse mediante un festival y un sorteo amañado, asegurando que la genética superior se perpetúe. Este enfoque, claramente manipulador y elitista, refleja la disposición de Platón a sacrificar la libertad individual y la ética en favor de lo que considera un bien mayor para la ciudad ideal.
