En la evocadora novela "Pepita" de Pablo Carbonell, nos sumergimos en un entorno tan peculiar como fascinante, donde la desesperación y el ingenio humano se entrelazan en un intento por resucitar un pueblo al borde del olvido. Situada a la sombra de un antiguo castillo templario y en las profundidades de una mina abandonada, esta historia nos lleva a través de escenarios que parecen sacados de un cuento de hadas oscuro, incluyendo una cueva maravillosa y las extensas dehesas donde pastan los cerdos ibéricos.
El protagonista, un hombre agobiado por las deudas y acompañado de su hijo, quien enfrenta sus propios desafíos mentales, concibe un plan audaz: simular una fiebre del oro. Su objetivo es atraer visitantes a su pensión, esperando que el rumor de un tesoro escondido revitalize el interés por el lugar. A medida que la trama se desarrolla, nos encontramos con una galería de personajes pintorescos y a veces cómicos: un empresario de la industria porcina, un vaquero en busca del secreto de la vida, un sacerdote avaro y un árabe persiguiendo el tesoro dejado por sus ancestros. Cada uno de ellos, con sus peculiaridades y motivaciones, teje una red de interacciones que es a la vez absurda y profundamente humana.
En el centro de todo está Pepita, la mujer que da nombre al libro. Aunque puede no estar físicamente presente en todas las páginas, su espíritu y los valores que representa —el amor puro y desinteresado— se convierten en el verdadero "tesoro" que todos, a su manera, buscan. En este sentido, Carbonell nos ofrece una meditación sobre el valor intrínseco de las personas y las cosas, sugiriendo que lo más valioso es frecuentemente lo que no se puede cuantificar.
"Pepita" es una obra que oscila entre el humor, a veces surrealista, y una crítica social aguda. Carbonell explora temas como la codicia, la crisis económica y la búsqueda de significado en una sociedad que a menudo parece haber perdido su rumbo. Con un estilo que abraza lo cómico sin renunciar a la profundidad emocional, esta novela es un testimonio de la capacidad del arte para hacer frente a las "conductas deplorables" a través de la risa y la reflexión. Como bien dice el propio autor, se trata de una risa que "mete el dedo en el ojo" a las injusticias, celebrando la humanidad y rechazando la crueldad gratuita.