En "Poetry is not dead", Luna Miguel desafía audazmente la noción de que la poesía es un arte moribundo. Dividido en tres secciones provocadoras, el libro se sumerge en la exploración del yo poético frente a una sociedad cada vez más desencantada con el lirismo tradicional. Este volumen es un grito de guerra por la relevancia de la poesía en la era digital, un intento de revivir y redefinir lo que significa ser poeta hoy.
La primera sección, que lleva el mismo título que el libro, establece el tono con "Cave Lunam", un poema que hace referencia a Propercio y en el que se advierte al lector sobre el potencial peligroso de la voz poética. Aquí, Miguel juega con la idea del malditismo y el confesionalismo, aunque a menudo con un uso de metáforas que algunos podrían considerar mediocre. Sin embargo, es esta misma crudeza y aparente falta de pulimento lo que infunde autenticidad y urgencia a su mensaje.
En la segunda parte, "Ladras o mueres", la autora se sumerge en una crítica social más directa. Utilizando la imagen torcida de la lápida de Allen Ginsberg como un símbolo de cómo se ha desviado la poesía contemporánea, Miguel reflexiona sobre la destrucción de la creatividad en el siglo XXI. A través de versos que mezclan lo pop con lo cursi, la poeta expone su descontento con la superficialidad y la falta de sustancia en la cultura joven actual.
La tercera y última sección, "I don’t like poetry", es una declaración irónica que desmiente su propio enunciado a través de elegías a poetas como Benedetti y Ángel, combinadas con una crítica al rol de género en la poesía. Aunque esta parte incluye momentos de autocrítica y reflexión metapoética, como en "Da hambre", donde la autora admite sus propias limitaciones y desafíos dentro de su oficio poético.
En resumen, "Poetry is not dead" de Luna Miguel es un desafiante viaje a través de los laberintos de la poesía contemporánea, donde cada poema sirve tanto de homenaje como de crítica al estado actual del arte. Aunque no exento de controversia en su recepción, este libro se erige como un manifiesto vital para la poesía del nuevo milenio, buscando no solo responder a sus críticos, sino también inspirar a una nueva generación de poetas.