En "Quiéreme siempre", Núria Gago nos sumerge en la vida de Lu, una joven cuyo corazón ha sido roto repetidamente en París, llevándola a regresar a Barcelona en busca de consuelo y una nueva dirección para su vida. Lo que no espera es que su regreso esté marcado por una decisión materna que la coloca como cuidadora de Marina, una mujer octogenaria con una vida marcada por la soledad y el cuidado de su hermana María, quien sufre de alzhéimer.
La historia se desarrolla en el espacio compartido por Lu y Marina, inicialmente una convivencia impuesta que poco a poco se transforma en un refugio emocional para ambas. Mientras Lu intenta sanar las heridas de su pasado reciente y reencontrar su propio camino, Marina, entre recuerdos y momentos de lucidez, encuentra en Lu una compañía que trasciende la mera obligación. Juntas, exploran los rincones de una amistad que las rejuvenece y les da nuevas razones para valorar el día a día.
"Quiéreme siempre" no es solo un relato sobre la amistad intergeneracional, sino también un comentario sobre la soledad de los mayores y cómo la comprensión y el afecto pueden alterar significativamente la experiencia de la vejez. Además, la novela destaca la capacidad sanadora de la música y cómo esta puede desbloquear puertas a recuerdos y emociones largamente olvidados. A través de la relación entre Lu y Marina, Gago también aborda cómo el humor y el amor pueden ser herramientas poderosas para enfrentar las adversidades de la vida.
A pesar de las críticas que pueda recibir por su estilo, la obra se esfuerza por transmitir un mensaje de esperanza y resiliencia, y cómo las conexiones humanas pueden ayudarnos a recuperar la alegría y el control sobre nuestras vidas. La novela intenta ser un tributo a esos lazos invisibles que nos conectan y el impacto positivo que podemos tener en la vida de los demás, aún cuando las circunstancias nos llevan a cuestionar nuestra propia capacidad de hacer el bien.