Ternura, el segundo poemario de Gabriela Mistral, publicado en 1924 por la Editorial Saturnino Calleja en Madrid, es una obra dedicada profundamente a las figuras maternas en la vida de la autora: su madre y su media hermana Emelina. A través de un formato innovador en el ámbito de la poesía escolar, Mistral rompe con las convenciones de su tiempo para entregar una obra que es tanto didáctica como profundamente emotiva y estética.
Originalmente concebido como una crítica a la poesía escolar de la época, que Mistral consideraba insatisfactoria, Ternura se estructura en varias secciones como “Rondas”, “Canciones de la tierra”, “Estaciones”, “Religiosas” y “Canciones de cuna”. Cada una de estas partes enfatiza un aspecto de la interacción humana con el mundo, siempre a través de la mirada inocente y pura de los niños. La poesía aquí no solo busca educar, sino también conmover, conectar con el alma infantil y explorar temas de naturaleza, espiritualidad y las relaciones humanas con un tono de delicadeza y amor.
Esta obra no solo fue significativa en su momento de publicación, sino que también marcó el resto de la carrera literaria de Mistral, influenciando todas sus obras subsiguientes. En 1945, la autora revisó y expandió este libro bajo la editorial Espasa-Calpe en Buenos Aires, añadiendo nuevas secciones y adaptando algunas existentes para alcanzar un público más amplio y diverso. Esta segunda edición refleja el continuo compromiso de Mistral con la poesía escolar, pero también con un mensaje más amplio dirigido a los adultos sobre la importancia de la educación y el cuidado de los niños, especialmente aquellos en situaciones de abandono.
Los poemas de Ternura son un reflejo de la filosofía educativa y moral de Mistral. La poeta veía en la educación una forma de enseñar no solo conocimientos básicos, sino también el amor por la belleza, la bondad y la armonía universal. Esta visión se entreteje en su poesía, que, si bien está dirigida a niños, lleva capas de profundidad emocional y espiritual que resonarán con lectores de todas las edades. Aunque su obra a menudo se caracteriza por un tono melancólico y una lucha dualista, en Ternura predomina una visión más positiva y esperanzadora, mostrando el lado más gentil y afectuoso de su escritura.
En resumen, Ternura es mucho más que un simple libro de poesía para niños. Es una obra que invita a los lectores a redescubrir la magia de la infancia, la solemnidad de la naturaleza y la importancia fundamental de la educación emocional y espiritual en la formación de los seres humanos. Gabriela Mistral logra, a través de sus versos, enseñar y tocar el corazón, cumpliendo con su visión de que la poesía escolar debe ser, ante todo, un reflejo del alma.