En "Toda la casa era una ventana", Emma Cohen nos sumerge en una narrativa profundamente humana y envolvente, establecida en el corazón de Madrid. La novela comienza con la vida de Carmen, una mujer que disfruta de las simples alegrías de la vida, como el agua, el sol y la compañía de otras personas. Sin embargo, la trama toma un giro dramático con la muerte de su padre, un evento que la obliga a dejar su hogar y buscar sustento en una ciudad desconocida.
Carmen encuentra empleo en una casa que, más que un espacio físico, emerge como un crisol de emociones y secretos. Aquí, cada personaje que encuentra tiene una historia que contar, desde Carlota, una niña cuya máxima aspiración es convertirse en criada, hasta el Gaseosa, un personaje que arrastra el frío de la muerte incluso en vida. La autora, con un lenguaje claro y accesible, logra tejer una atmósfera cargada de misterio y ternura, explorando las complejidades de las relaciones humanas y la búsqueda de identidad.
La estructura de la novela es un reflejo de su título; cada capítulo actúa como una ventana que ofrece vistas a los variados aspectos de la vida de los personajes, revelando poco a poco sus deseos más profundos, miedos y esperanzas. "Toda la casa era una ventana" no solo es una exploración de los espacios físicos en los que Carmen se mueve, sino también una introspección de los espacios emocionales que habitan en ella y en los otros personajes.
Emma Cohen, con esta obra, destaca por su habilidad para capturar la esencia de la vida cotidiana y sus complicaciones, haciendo de lo ordinario algo extraordinario. Esta novela es una lectura obligada para aquellos que se deleitan en historias que son tan introspectivas como reveladoras, y que buscan en la literatura un espejo de la realidad y un escaparate de lo desconocido.