En "Tratado de la vida elegante", Honoré de Balzac ofrece una radiografía mordaz y divertida de los valores y costumbres del París del siglo XIX, un mundo al que dedicó su pluma con devoción. Publicado por entregas en el semanario La Mode durante el otoño de 1830, este libro es una exploración inteligente de la sociedad francesa, desde los más humildes hasta la élite del buen gusto, diseccionando todos los aspectos de la existencia que contribuyen a la consecución del ideal de la "vida elegante".
Balzac estructura su obra en cinco secciones: ‘Prolegómenos’, ‘Sobre el sentido de la vida elegante’, ‘Programa de este tratado’, ‘Dogmas’ y ‘Sobre la indumentaria en todas sus partes’. Cada una de estas partes funciona tanto de manera individual como en conjunto, siguiendo una mecánica instructiva que bebe de la tradición didáctica de autores como Homero y Gracián, pero imbuida de una ironía característica del autor.
El tratado clasifica a las personas en tres categorías: el hombre que trabaja, el hombre que piensa y el hombre que no hace nada. De estas categorías emergen tres fórmulas de existencia: la vida ocupada, la vida de artista y la vida elegante. Balzac argumenta que el reposo es el objetivo tanto de la vida civilizada como de la salvaje, pero advierte que el reposo absoluto puede llevar al tedio. La vida elegante, por lo tanto, se define como el arte de animar el descanso.
En una era donde "si no puedes ser elegante, sé extravagante" parece ser la norma, Balzac ofrece una perspectiva que resalta la importancia de la elegancia frente a la mera extravagancia. Aunque podría parecer elitista, su análisis sigue siendo relevante hoy en día, especialmente en una época marcada por la exposición constante en las grandes ciudades.
El tratado no solo proporciona una guía sobre lo que estaba "in" o "out" hace casi dos siglos, sino que también ofrece una crítica a la vida ocupada. Para Balzac, aquellos que trabajan con sus manos se convierten en meros medios, y solo los resultados de su trabajo merecen admiración. En este sentido, el hombre de trabajo es comparado con una máquina, mientras que la vida elegante se reserva para aquellos que han ganado el privilegio del descanso sin la necesidad de trabajar arduamente.
En "Tratado de la vida elegante", Balzac logra una obra en la que su habilidad para la no ficción brilla, posiblemente gracias a la aparente frivolidad del tema, que le permite apuntar directamente al corazón de la sociedad sin las restricciones de la narrativa novelística. Esta obra es una crítica perspicaz y aún vigente del deseo humano de encontrar significado y satisfacción en una vida marcada por el buen gusto y la elegancia.