En "Tristes cartas del Ponto", Ovidio, una de las figuras más destacadas de la poesía romana, comparte el profundo dolor y la melancolía que lo embargan durante su exilio en Tomis, una región remota cerca del mar Negro. Este volumen es una colección de cinco libros que contienen 50 epístolas escritas en dísticos elegíacos, un formato que combina un hexámetro seguido de un pentámetro, demostrando la maestría técnica del poeta incluso en momentos de desesperación.
Expulsado de Roma en el año 8 d.C. por el emperador Augusto, probablemente debido a las implicaciones lascivas de su obra "Ars Amatoria", Ovidio se ve obligado a dejar atrás su vida y su estatus en la capital del imperio. Desde su exilio, escribe estas cartas donde se dirige a diversas figuras: a Augusto pidiendo clemencia, a su esposa implorando apoyo, a amigos que lo han traicionado y otros que permanecen leales, y finalmente, a la posteridad, reflexionando sobre su aislamiento y su vida en una tierra inhóspita y culturalmente distante.
El segundo libro de la colección destaca por ser una extensa elegía de 578 versos que se asemeja a un discurso jurídico de defensa. Aquí, Ovidio admite errores en su obra pero deja en el aire la verdadera causa de su exilio, sugiriendo que podría estar relacionada con algo que presenció y que desagradó al emperador. A lo largo de los poemas, el autor no solo comparte su sufrimiento y adaptación forzada al entorno bárbaro, sino que también ofrece reflexiones sobre la poesía y la crítica literaria, añadiendo una rica capa de introspección a su lamento personal.
Estos escritos no solo destacan por su valor lírico y autobiográfico, sino también por su capacidad para resonar a través de los tiempos, ofreciendo consuelo a aquellos que, como Ovidio, se han visto obligados al exilio. La influencia de "Tristes cartas del Ponto" ha llegado a autores como Osip Mandelstam y ha sido reconocida en obras como "Dios ha nacido en el exilio" de Vintila Horia, además de haber sido conocida y citada por Miguel de Cervantes y otros poetas españoles. A través de la elegía, Ovidio no solo documenta su desolación, sino que también eterniza la experiencia universal del destierro y la pérdida.