En "Un juego para los vivos", Patricia Highsmith nos sumerge en una intriga psicológica y moral que se desarrolla en el México de mediados del siglo XX. La novela se centra en dos figuras antagónicas: Theodore, un hombre de origen alemán, dulce y apacible, que ha crecido en un entorno de riqueza y estabilidad, y Ramón, un mexicano de temperamento irascible y origen humilde, profundamente arraigado en sus convicciones católicas. Aunque opuestos en casi todo, ambos comparten un vínculo inusual: Lelia, una mujer con la que mantienen una relación triangular peculiar y consentida.
La trama toma un giro dramático cuando Lelia es encontrada muerta en su apartamento, víctima de una violación y mutilación horrendas. Este brutal crimen sacude los cimientos de la relación entre Theodore y Ramón, impulsándolos a una búsqueda obsesiva por descubrir al culpable. A lo largo de la investigación, los personajes se adentrarán en un juego psicológico denso, donde cada uno sospecha del otro y de los demás personajes que orbitan en su entorno bohemio y artístico.
Highsmith explora con maestría los rincones oscuros de la psique humana, dibujando un retrato íntimo de la paranoia y la desconfianza. Aunque la novela ha sido criticada por su ritmo lento y un final previsible, destaca por su capacidad de profundizar en la psicología de sus personajes principales, ofreciendo al lector un estudio detallado de sus motivaciones, miedos y contradicciones internas. Esto se ve complementado por la atmósfera opresiva y la tensión constante que Highsmith logra mantener a lo largo de la narrativa.
En última instancia, "Un juego para los vivos" se revela como una exploración de la alienación y la conexión humana, del azar y del destino, en un mundo donde las apariencias pueden ser engañosas y donde la verdad rara vez es simple o reconfortante. Aunque no sea considerada una de las obras mayores de Highsmith, ofrece un fascinante vistazo a la complejidad de las relaciones humanas bajo el prisma de un crimen atroz.