Un voluntario realista, escrito por Benito Pérez Galdós en 1878, es el octavo volumen de la segunda serie de los Episodios Nacionales. La novela se desmarca de sus predecesoras al situarse íntegramente en la Cataluña rural, específicamente alrededor de Solsona, alejándose del habitual escenario madrileño de la serie. En este contexto, Galdós nos introduce a Pepet Armengol, más conocido como "Tilín", un personaje cuya evolución de niño huérfano a voluntario realista en los convulsos tiempos del absolutismo fernandino encapsula la tensión y el fervor de una España dividida por sus lealtades políticas y religiosas.
La trama se centra en la rebelión de los "Malcontents", un grupo que veía al régimen de Fernando VII como demasiado moderado y abogaba por un enfoque más tradicionalista y absolutista. Tilín, arrastrado por el fervor de su tiempo y por su propia búsqueda de identidad, se enlista en esta causa, marcando su transición de la inocencia a la participación activa en la guerra. Galdós, a través de este personaje, explora no solo la política, sino también la religión y cómo esta se entrelaza con el poder y la guerra, presentando reflexiones críticas que resuenan con debates contemporáneos sobre el uso de la religión como justificación para el conflicto.
El libro no solo es una ventana a los conflictos de la época, sino también una crítica de cómo los ideales pueden ser manipulados y cómo los individuos pueden ser consumidos por las pasiones colectivas. A través de la narrativa de Tilín, Galdós también aborda la complejidad de los nombres y los apodos, cómo estos se asignan y perduran, revelando la esencia y a veces la ironía de las identidades impuestas o adoptadas.
Aunque Un voluntario realista no es uno de los libros más aclamados de la segunda serie de Galdós, ofrece destellos impresionantes de su habilidad para tejer la historia con la literatura, enlazando la evolución personal con los tumultuosos cambios sociales y políticos. Esta obra, con su ambientación única y su enfoque en un personaje menos admirable comparado con otros protagonistas galdosianos, proporciona una perspectiva crítica y enriquecedora sobre una era definitoria en la historia de España.
Con un final que evoca reminiscencias de obras clásicas como la de Dickens, Un voluntario realista no solo es un testimonio del talento de Galdós para la narrativa histórica, sino también un reflejo de su capacidad para cuestionar y analizar la humanidad en tiempos de crisis. A pesar de las opiniones divididas sobre la obra, sigue siendo una pieza recomendable para aquellos interesados en la profundidad histórica y el desarrollo de personajes complejos dentro de la literatura del siglo XIX.